viernes, octubre 19, 2012

De la gente imbécil que se reproduce en las redes sociales.


Primero que nada, una disculpa por el inmisericorde abandono del blog. La inspiración nomás no aparece, he escrito posts de odio al mundo pero luego me arrepiento porque a mucha gente le puede quedar el saco y no quiero herir susceptibilidades. Pero meh, esta vez escribo porque estuve a punto de dejar un comentario bastante nasty en Facebook pero pensé que sería rebajarme al nivel de todos los que comentaron en esa foto y pues yo no soy desas, entonces mejor me desahogo aquí. Ahí les va:


Hace unos días que estas fotos andan circulando en las redes sociales:



La historia es que esta chavita anda vendiendo chicles en Guadalajara y alguien le tomó una foto pensando que podía ser una niña robada. La intención es buena, aceptémoslo. Un poco prejuiciosa, sí, porque pues la vieron güerita y bonita y pos cómo, pero de corazón al fin y al cabo.

Entonces, la pinche gente pendeja empieza a hacer comentarios como éstos:



Aght... neta, people? ¿Es eso lo único que tienen que decir ante una situación así?... la realidad del asunto es que miles de niños viven esto diario, robados o no robados, morenitos o güeros. A mi me parte el alma ver chavitos de cuatro, cinco años corriendo entre los coches tratando de ganarse unos cuantos pesos. Si se fijan bien, no importa si tienen los ojos cafés o verdes, a todos se les nota la misma tristeza en la mirada. Y si con esta foto se pudiera lograr algo, por más pequeño que fuera, ya sería un avance. Si esta foto logra crear un poquito de conciencia, entonces logró su cometido. No puedo creer que la pinche gente imbécil comente cosas como "Tú que sabes si a la mamá no la violó un werillo desgraciado" o "no compren en las esquinas"... no chinguen, dejen de ver el Canal de las Estrellas un ratito y de hacerse pinches historias RosaSalvajescas en la cabeza y traten de pensar (sé que pido mucho, pero aún me quedan esperanzas). Si quieren ayudar, como sea, ayuden. Si no mejor no jodan, y sobre todo absténganse de aportar su sabia, valiosa e indispensable opinión.

Me cagan.


Por cierto, negros no es lo mismo que morenos, no confundan.




martes, mayo 15, 2012

No puedes verla en la oscuridad de una noche sin estrellas.

"Tomo mis cosas, me arreglo la boina y bajo a la puerta de salida. Llevo la bolsa y el estuche en las manos y el pase entre los dedos, pero logro, entre la puerta y la escalerilla del avión, romper la carta y arrojar los pedazos al viento frío, a la niebla que quizá los lleve hasta el lago donde te zambullías, Juan Luis, en busca de un espejismo"


El libro de Aura me lo encontré empolvado en el librero entre los cientos que coleccionan mis papás mucho antes de que nos fuera obligatorio leerlo en la prepa. Era una edición que compilaba varios cuentos, entre ellos 'Chac Mool' y 'Un alma pura'; "Cantar de Ciegos", se llamaba. No sé qué fue lo que me llamó la atención para haber escogido ese libro entre tantos otros, pero no lo volví a soltar. Su portada gastada negra, sus páginas amarillas con olor a aspirina, lo cómodo de su tamaño, los nombres de los protagonistas de cada cuento que se quedaron para siempre en mi memoria. Y luego al final, el último cuento: Aura. Su narrativa (para mi entonces aún extraña) en segunda persona me fue llevando de la mano como si yo fuera una parte de Felipe, y como él, me enamoré de Aura. La frase final del cuento desde entonces no se me ha olvidado, y es como una extraña promesa de que algo mejor está por venir. Volverá, Felipe, la traeremos juntos, decía. Carlos Fuentes me enseñó que la magia existe y que el amor eterno, ese que perdura catorce mil vidas no era nada más una ilusión mía. Me aferré a ese libro viejo de portada negra como a ninguno antes. Lo llevaba en la bolsa a todos lados. Me lo llevé a la playa y entre sus hojas se quedó algo de arena, me lo llevé aquel fin de semana cuando me enamoré por quinceava ocasión y guardé en él una pluma tornasolada que encontré en ese jardín. Entre sus hojas guardé también un boleto del cine de aquella vez que tuve la mejor compañía del mundo, un flyer de algún paseo de la mano de algún otro amor fugaz de esos que se me daban tan bien. Y Aura me acompañaba siempre; Aura y Felipe y los gatos y todos los demás cuentos que leía y leía hasta repetirlos casi de memoria.

Pasó el tiempo y el libro se quedó en mi librero con todos esos recuerdos adentro. Leí 'Cambio de Piel', 'Cumpleaños, 'Agua Quemada' y 'Gringo Viejo' entre otras, y me gustaron pero nunca como Aura. Fue quizás hasta 'Inquieta Compañía' que encontré un poco de esa magia que tanta falta me hacía. Y luego, un día me fui muy lejos, me cambié de país y de idioma y un poquito de historia también. Y allá tan lejos, a la mitad de una felicidad que nunca había sentido antes, enfrente de unos ojos azules y un pedacito de mar, el libro de Aura llegó a mis manos de nuevo y por casualidad. Todo ese tiempo mientras estuve lejos, cada vez que me sentía triste o sola, volvía a leer de nuevo la historia de Aura y de Felipe y pensaba: Así es el amor al que yo espero en esta vida.


Regresé. Pegué los pedacitos que me quedaban de corazón y me enamoré de nuevo. Cuando me preguntó él, un día acostados en su cama que si un día tuviéramos una hija qué nombre me gustaría ponerle, yo sin dudarlo contesté: Aura. Quiero que se llame Aura.

Hoy ese libro de portada negra descansa en mi librero con la foto de mi abuela encima y la pluma y la arena y el boleto del cine adentro. La otra versión, la que me regalaron muy lejos, debajo de ellos. Y la historia de Aura muy adentro de mi, justo ahora en mi garganta en donde siento el nudo mientras escribo.

Gracias Carlos Fuentes por tus vampiros, tus ángeles y tus brujas, por Juan Luis y Amilamia, por tus hermosas palabras, por tu magia, por Aura y Felipe y sobre todo por mi historia que de alguna manera también me la contaste tú.

Descanse en paz.

(1928-2012)



miércoles, abril 18, 2012

Valen mil.

“Y entonces allá me encontré a mi ex ex ex ex novio, bueno, a mi tátaranovio…

Así son mis amigas. Se inventan palabras y términos cagadísimos. No importa el humor del que esté, siempre acabo meándome de la risa cuando nos vemos. Y es que mis amigas son lo máximo, lo mejor de lo mejor del mundo. Son mujeres bien chingonas, independientes, fuertes y valientes, pero sin caer en el cliché del feminismo. Sufren por sus novios, ex novios y tátaranovios, lloran, se deprimen, los maldicen como yo. Creen en el amor y es lo que las mueve, no se andan con poses de mujer que no necesita a los hombres ni una relación estable (porque afrontémoslo, eso no existe) pero mueren de miedo de comprometerse. Ya saben, puro conflicto posmoderno. Me gustan mis amigas porque así como se enamoran perdidamente, también saben coger sin amor y divertirse. Porque no se dan golpes de pecho. Porque son malhabladas y ojetes y culeras y no les da pena nada. Me han acompañado en mis peores ratos y en mis mejores borracheras (porque ah cómo chupan). Y por eso y porque en este blog siempre hablo de amor y de muerte y de cosas adultas y serias (bueno, no siempre pero casi) hoy les quiero dedicar este post.

Ya, ando de cursi. A lo mejor nomás es que me hace falta una de esas épicas borracheras como la del karaoke de Insurgentes.

jueves, marzo 15, 2012

Mientras no se sepa.

Hoy, no sé por qué, me acordé que hace como un año mi mamá se enteró de que el que había sido su mejor amigo en la universidad llevaba muerto como veinte años. Se había muerto en un accidente de coche en la carretera, así nomás. Joven y con familia y con planes y con futuro y con todo eso que tiene la gente que anda viva por el mundo.

Y en todos esos veinte años, mi mamá pensando que estaba vivo por ahí, que nomás le había perdido la pista. Veinte años después de su muerte, su amigo, para ella, se acababa de morir. De alguna manera supongo que se murió de nuevo. Veinte años después de muerto volvió a ser un muerto nuevecito, reciente, de esos que duelen con un hueco en el alma, de esos cuyas ausencias aún no ha amoritguado el tiempo. Así lo lloró mi mamá ese día, con esa ansiedad de quien acaba de ser despedido.

Y entonces pienso que aún después de muerto, uno puede seguir vivo cuanto tiempo quiera, siempre y cuando la noticia no se sepa.

jueves, febrero 23, 2012

De Limpiemos México y otras mamadas

El día de hoy mi post será más bien un tipo de denuncia ciudadana, ja. Y es que perdónenme, saben de antemano que mi misantropía va en aumento y que no puedo evitar odiar a la gente y a la sociedad, y menos cuando su estupidez comienza a afectarme. ¿Han oído de Limpiemos México, o Limpia México, o una mamada de esas? Bueno, pues es una "iniciativa" de Grupo Salinas y Fundación Azteca donde se trata de que "voluntarios" vayan a diferentes zonas de la ciudad a recoger basura. Ok, hasta ahí todo bien. El pedo es que la hijita del Sr. Ricardo Salinas necesita que vaya mucha gente pa' poder pararse el cuello y quedar bien con su partido político, oséase, esto quiere decir que su "iniciativa" sirve pa' ganarse votos, no porque realmente le interese la basura en la ciudad, o la gente que la padece. Y para eso se vale de los empleados de su compañía. En Grupo Salinas obligan (no con pistola en la cabeza, pero sabemos bien como son las cosas en esas empresas) a los empleados a participar en esa madre de Limpiemos México, y los hacen ir en DOMINGO hasta quién sabe dónde a recoger basura. Ahora yo me pregunto: Si son tan buenísima onda, ¿por qué no hacer su campañita en día laboral? ¿por qué no tomarse un lunes de su propio tiempo? ¿por qué no repartir guantes de a de veras pa la gente que va a "ayudarles" pueda hacer bien el trabajo que los están obligando a hacer? ¿por qué no, que neta, sean voluntarios? ¿por qué no asegurarse que la gente de la comunidad que se va a limpiar, realmente quiera hacerlo? (me sé una anécdota donde la gente no quería dejar entrar a los "limpiadores" porque su delegación pertenecía al PRD y les daba miedo que si veían ahí a los del Partido Verde les podrían quitar privilegios), y SOBRE TODO, ¿por qué no ayudar a mantener limpia la ciudad dejando de poner la publicidad de su partido? ¿saben cuántos recursos se desperdician imprimiendo tanto plástico y papel, cuántas toneladas de basura generan?... no mamen. Si realmente son tan buena onda, recluten voluntarios de a de veras, dejen de engañar a la gente de comunidades humildes prometiéndoles la presencia de actorcillos de TV Azteca pa' que limpien, o hagan las cosas por altruismo de verdad y no hagan tanto escándalo por su buena obra del día. O por lo menos, si van a obligar a todos sus asalariados a participar en sus mamadas, equípenlos con el material necesario y las medidas higiénicas que se requieren.

Por eso me caga tantísimo TV Azteca, Iusacel, Elektra y todas sus marcas que sólo pueden resumirse en una palabra: CHAFAS.

Por eso nunca dejaremos de ser un país tercermundista.

Pffff.

Gracias por su atención.


Y no, yo gracias a Dios nuestro Señor no pertenezco a esa chafiempresa.

jueves, enero 05, 2012

Qué raro es eso de morirse.

Ayer murió un amigo de mi papá. Era actor, acababa de salir en Miss Bala. Hace dos meses le diagnosticaron cáncer de páncreas y el miércoles en la mañana se fue. Son de esas cosas que no te esperas (si es que algún día se pueda esperar la muerte) y que te hacen ponerte a pensar qué se sentirá saber de a de veras que va a ser tu última Navidad, tu último año nuevo. Saber que pronto vas a desaparecer y no saber a dónde vas. Una persona está y al otro día ya no existe, nada. Qué raro es eso de morirse. ¿Qué pasa con todas las cosas que uno hizo, sus historias, los recuerdos que nunca le contó a nadie? ¿y todos esos lugares que visitaste, los que sólo tú sabías lo que te hacían sentir, la nostalgia que te recorría las entrañas cuando pasabas por ahí? ¿quién se queda con eso, a dónde va?... Y todos tus amores, esos que con tanto afán coleccionaste, esos que hicieron tu historia, ¿a esos qué les pasa? ¿dónde se queda todo eso?... un día ya no estás y ya. Y siempre te quedarán pendientes, cosas por hacer, personas que abrazar. Qué extraño es eso de morirse. Tanto que lucha uno en esta vida, tanto que se esfuerza por sentirse vivo, y un día cierras los ojos y te vas así nomás, sin importar qué hiciste y qué no, qué tanto quisiste y con cuánta intensidad, si fuiste bueno o malo, rico o pobre, inteligente o estúpido. Te vas sin importar si no alcanzaste a ver la última película de Batman o sin saber en qué acababa Harry Potter. Te vas si te la pasaste en el trabajo todos los días hasta las 12 de la noche o si conociste cada rincón del mundo. Te llevan a veces a la fuerza aún cuando te haya faltado dar un último beso a aquel amor que dejaste pendiente. Se mueren los genios y se mueren los imbéciles. Cierran tu casa o tu cuarto con llave y se queda tu ausencia cuidando todas las cosas que formaban parte de tu día a día y que ya no vas a volver a usar nunca. Aquel vestido dorado que te pusiste la primera vez que te quedaste a dormir en su casa, la colcha que te tejió tu mamá, el gato de peluche que te regaló tu abuela en tu cumpleaños número ocho, las cartas de tu primer novio y todo eso que no volverá a tener sentido jamás para nadie. No, nunca entenderé a la muerte. No sé qué será eso de desaparecer del mundo un día y para siempre. No le temo, la he hasta anhelado en horas oscuras, pero no la entiendo.

Y aún así, todos nos andamos muriendo.



Descanse en Paz Miguel Couturier.