miércoles, enero 27, 2010

Hermanadas.

- (...) Y entonces me pidió de favor que si le podía comprar una medicina que se llama Lisinopril y llevársela ahora que me voy, porque ya ves que allá en los estates pa' todo necesitan receta
- ¿Y no te pidió que la metieras en bolsitas y luego te la tragaras?... No manches te está usando de su burro, hermana
- ¿De su burro?... de su MULA, querrás decir, duh
- Ah sí, ¿verdad? jajaja iiiuh se me olvidaba que la que lo está usando a él de burro eres tú.

martes, enero 19, 2010

No compren productos chinos porque luego salen chafas.

Ayer soñé con mi ex. Trabajaba yo en la agencia de publicidad y él llegaba como proveedor a ofrecernos noséquécosaporquenoimporta, así bien orgulloso. Entonces se aparecía la de cuentas y le decía que esos productos eran chinos y chafas y que aparte ya tenía otro proveedor que le ofrecía lo mismo pero más barato.

Tan loser, el pobre.

Lo peor de todo es que siempre fue así de loser, sólo que bien saben ustedes que el amor es ciego y entonces yo creía que él era lo mejor del mundo mundial y que yo era la mujer más afortunada del mundo por habérmelo topado en el camino.

Tan ilusa, la pobre.

viernes, enero 15, 2010

Como burbujas.

- Me encantan las lava lamps
- A mi también. Como que me hipnotizan, no puedo dejar de verlas
- Así deberíamos de ser todos, ¿no?
- ¿Así cómo?
- Mira las burbujas: Nace cada una por su lado y a medio camino, se encuentran. Entonces se juntan, se besan, se acarician, se disfrutan; se quedan ahí pegadas un rato, pero nunca se confunden. Y luego, cuando es tiempo, se separan, se dejan ir, se va cada una para diferente lado. Sin pedos. Así deberíamos de ser nosotros, como burbujas.
- Sí. Ojalá todo fuera así de fácil.


Supongo que mi relación con él se pareció un poco a esas burbujas naranjas de las que hablábamos mientras descansábamos desnudos y pachequísimos en su cama después de hacer el amor.

Malditas drogas.

Ley de Murphy #273

El otro día no podía dormir. Por más que daba vueltas en la cama lo único que lograba era enredar las sábanas. Me volteaba para un lado y me torcía el cuello, estiraba los pies y me daba frío, me ponía boca arriba y sentía la almohada hecha bolas. Prendí la tele. Me aventé todos los informerciales que se les puedan ocurrir, incluído el del Happy Chop como cuatro veces. Me dio sed, bajé por agua y por consecuencia quince minutos después me tuve que parar al baño. Maldije al pinche frío que está haciendo en México (¡en México!) y ya en la cama de nuevo, me puse a pensar y repensar mi vida, y luego me conflictué, me deprimí, lloré, me confundí y me enojé porque tengo una almohada chafa que se hace bolas. Por ahí de las siete, de repente y sin querer, mi cabeza encontró el lugar exacto y perfecto entre la dichosa almohada y un cojín, y mi pobre y cansado cuerpecito por fin se acomodó relajado y calientito entre las cobijas. Y entonces, ese sueño que tanto había esperado toda la maldita noche empezó a llegar despacito. Se me cerraron los ojos y me dejé ir.

En eso estaba cuando sonó el teléfono. Sobra decir que no había nadie en mi casa, así que me tuve que levantar conjurando toda clase de palabras altisonantes tanto en inglés como en español. El timbre había sonado cuatro veces cuando por fin lo alcancé.

- ¿Bueno?
- *click*

Hijosdesuputamadreváyansemuchoalachingadamellevalaverga

Te odio, Murphy, te odio.