Mi corazón está ocupado. Y yo espero.
Traigo una botella de vino encima. Se supone que no puedo tomar ni una gota de alcohol mientras estoy tomando Tafil, pero fuck that, la ocasión lo ameritaba. Hacía años que no lo veía; años. Y él, que fue quizás el más grande crush que tuve en mis juventudes (ja!), me hablaba de su trabajo, de sus aventuras y de su próxima boda. Bo-da. Y yo que estaba tan perdidamente enamorada de él precisamente porque pensaba en aquel entonces que el maldito infeliz era uno de esos que iba a ser libre siempre: libre de corbatas, libre de celulares, libre de tradiciones... Creo que fue a la tercera copa que descubrí un poquito de esa libertad existiendo todavía dentro de él, esforzándose por rebelarse a pesar del traje, la Blackberry y la corbata azul. Acabando de comer, ya en el café y después de contarle todas mis recientes tragedias, extendió su mano y me regaló un billete de Brasil, quesque pa' la buena suerte. Le dije que antes de regalármelo lo cargara de buenas vibras, y entonces lo puso entre sus dos manos, cerró los ojos y después de unos segundos me lo entregó de nuevo, diciéndome: ahora sí guárdalo, que va con las mejores vibras. El dinero llega si lo buscas; en cambio, el amor es al revés.
Y mientras me abrazaba despidiéndome en el sitio de taxis, supe que él hubiera dado lo que fuera por alargar ese momento, por regresar el tiempo algunos años, por desabrocharme la blusa despacito. Y yo quizás por contarle los lunares de la espalda donde me entretenía horas, asegurándome de que no me faltara ninguno. Peeeero los años son culeros, los fantasmas demasiado vivos y las circunstancias no perdonan nunca. Y si hubiera sido un poquito más valiente, quizás le hubiera dicho (aunque sospecho que ya lo sabe), que es una verdadera lástima que ambos nos hayamos llegado tan demasiado tarde.
Él se casa en diciembre. Y yo tengo un billete de Brasil en la cartera y el corazón ocupado, en espera, como en coma inducido; rezando para que el tiempo, por primera vez, trabaje a mi favor.
Síp, yo aquí sigo, llorándote con lágrimas de vino tinto, agua de mar y Tafil.
Próximamente: la historia del bombón escocés.
Sunday Secrets
Hace 4 años