jueves, octubre 06, 2011

Here's to the crazy ones.


Ayer, casi en tiempo real, nos enteramos todos de la muerte de Steve Jobs. Twitter y Facebook se saturaron con imágenes, citas, chistes y despedidas para el que fuera el CEO de Apple. Y es raro que a mi me mueva tanto la muerte de alguna personalidad pública: las estrellas de Hollywood no me impresionan, los políticos me decepcionan y hasta dan pena ajena y me niego a creer que los héroes nacionales acaben siendo los futbolistas; por eso quizás ayer se me salió una que otra lagrimita. Steve Jobs fue un gran visionario, un gran líder y un ser humano que, según cuenta su historia, empezó desde abajo creyendo en lo que hacía y llegó a la cima del mundo. Hace algunos años en una de mis crisis existenciales, cuando quería renunciar a mi trabajo horrible, acababa de cortar con mi novio imbécil y básicamente no sabía qué hacer con mi vida, un amigo me mandó el discurso que dio Jobs en la Universidad de Stanford y a lo mejor se oye tonto, pero fue exactamente lo que yo necesitaba escuchar en ese momento. Desde entonces, Steve Jobs significó más que un empresario con mucha visión marketera. A mi pocas personas me inspiran, y él lo hizo. Lloré la primera vez que oí aquel discurso y volví a llorar ayer al ver las imágenes de su vida, de cómo se fue apagando poco a poco; de cómo a pesar de ser de los hombres más ricos y poderosos del mundo, murió consumido por una enfermedad que no perdona nada ni a nadie.

Ha de ser bonito irse con tanta admiración de tanta gente, habiendo dejado un legado tan grande, habiendo hecho tanto y habiendo, ni más ni menos, cambiado al mundo. La gente (segun vi) dejó flores afuera de las Mac Stores alrededor del mundo, y se puede ver en las fotos a decenas de personas con la imagen de una vela encendida en su iPhone a manera de tributo. La foto del altar improvisado de Jobs no estaba impresa, estaba en un iPad. Y es que aceptémoslo, todos hemos babeado con los productos de Apple, los compremos o no. Yo por lo pronto puedo decir que paso más tiempo con mi Mac que con mi familia o mi novio. Y sí, tienen razón todos esos comentarios que ponían ayer en twitter, que toda la gente que sentimos su muerte jamás lo conocimos, que no era nuestro pariente o amigo ni nada por el estilo, que qué gran mamada. No sé, quizá tengan razón. Yo sí creo que perdimos a uno de los grandes de nuestra época, y que a mi, por lo menos, llegó a inspirarme de muchas maneras.

Adiós, Steve, y gracias.


Stay Hungry. Stay Foolish.

Steve Jobs
1955 - 2011